viernes, 31 de agosto de 2012

Nica de Koenigswarter (7)

David Kastin es el autor de esta biografía de Kathleen Annie Pannonica de Koenigswarter, la llamada "Baronesa del jazz", nuestra NICA, amiga y protectora de tantos grandes músicos, de Charlie Parker a Teddy Wilson, de Thelonious Monk a Art Blakey. El libro se titula Nica's Dream y lo publica W. W. Norton & Co.


Nica de Koenigswarter (6)

Algunos deseos de los músicos de Nica:

THELONIOUS MONK
1. Que mi música tenga éxito.
2. Que mi familia sea feliz.
3. Tener una amiga genial como tú.

PHILLY JOE JONES
Dinero, dinero, dinero.

DIZZY GILLESPIE
1. No estar obligado a tocar por dinero.
2. La paz en el mundo para siempre.
3. Un mundo donde ya no se necesite pasaporte.

COLEMAN HAWKINS
1. Una salud de hierro.
2. Mucho éxito.
3. Ser extremadamente rico.

ELVIN JONES
1. La paz en la Tierra
2. El reconocimiento pleno de que esta música es arte.
3. Que la humanidad deje de sufrir.

JOHNNY GRIFFIN
1. Quisiera conocerme mejor.
2. Quisiera que hubiese más amor en el mundo.
3. Quisiera ver el día en que el jazz sea reconocido.

ART BLAKEY
1. Que me quieras.
2. Que mi hijo Art se deje de tonterías.
3. Divorciarme y casarme contigo.

EDDIE "LOCKJAW" DAVIS
1. Hacerme agente de artistas.
2. Hacer política.
3. Entrar en el negocio inmobiliario.

JOHN COLTRANE
1. Tener una frescura inagotable en mi música.
2. Ser inmune a las enfermedades y a la mala salud.
3. Tener tres veces mi potencia sexual de hoy... Y otra cosa, sentir más amor espontáneo por la gente.

ORNETTE COLEMAN
1. La vida eterna.
2. El amor.
3. La felicidad.

MARY LOU WILLIAMS
1. Amar a Dios antes que nada.
2. Actuar según Su voluntad.
3. Que Él salve almas a través de mí.

SONNY ROLLINS
1. Tener dinero.
2. Llegar a hacer con mi saxo todo lo que quiera.
3. Estar más cerca de la naturaleza.

RANDY WESTON
1. Libertad total en el mundo entero.
2. Más lugar para las artes, la música y la pintura.
3. La eliminación de la pobreza y la enfermedad.

HANK MOBLEY
1. Dinero, dinero y más dinero.
2. Un lugar donde se pueda tocar sin que la gente se la pase comparándote con los demás... Donde haya un folleto en la mesa que hable del músico.
3. Una sala donde realmente se pueda tocar... no un sótano.. con pequeños camerinos y no un piano destartalado en el cual ni siquiera se puede tocar un solo... Ni el tipo de acústica donde lo que hace el baterista sigue resonando media hora después de que terminó de tocar.

SONNY CLARK
1. Dinero.
2. Todas las putas del mundo.
3. Todos los Steinway.

ELMO HOPE
1. Tener trabajo.
2. Estar en mejor forma que ahora.
3. Poder ayudar al prójimo.

CHARLES MINGUS
No tengo ningún deseo. Nada de nada. En fin, me molesta no tener suficiente dinero para pagar mis cuentas, pero es todo. Nada más... Cambié mucho...

HANK JONES
Ser el mejor... EL más grande pianista del mundo.

LOU DONALDSON
Tengo un poco de asma. Me gustará no tener más. 

BOB BROOKMEYER
1. Un millón.
2. Dos millones.
3. Un billón (Y la paz en el mundo, pero eso es imposible).

BILL EVANS
Me acuerdo de que me hicieron esa pregunta cuando era chico. Lo primero sería tener un anillo mágico que me permitiera realizar todos mis deseos, así que no tendría necesidad de los otros dos.

BILLY HIGGINS
1. Tener el genio de Thelonious Monk
2. Poder mandarles algo a mi mujer y a mis dos hijos.
3. Una batería.

ART FARMER
Lo único que quiero es…..quererme.

DUKE ELLINGTON
Mis deseos son muy simples: quiero todo lo mejor.

martes, 28 de agosto de 2012

Nica de Koenigswarter (5)

Enlace al Programa 34 emitido el 6 de marzo de 2008 por Radio Deseo – 103.3 FM La Paz – Bolivia (a través de El País) ¡Para disfrutar! 


Nica de Koenigswarter (4)

Alberto Marina Castillo en el Diario de Sevilla y bajo el titulo “Queremos tanto a Nica” escribe: 

¿Quién habría dicho que aquella mujer de tez pálida y mirada desafiante que iba del brazo de músicos negros y que la armaba cada noche en su pieza del Stanhope Hotel celebrando jam sessions hasta el amanecer, que la tal Nica a la que se referían como la Baronesa del Jazz, era exactamente eso: Baronesa de Koenigswarter, hija del banquero Charles Rothschild, amiga, protectora y mecenas de aquellos raros tipos llamados Bird, Monk, Dizzy, protagonistas de la más grande aventura musical del siglo XX? Hemos de remontarnos más atrás, hasta la Segunda Guerra Mundial, para saber de las proezas que jalonaron la vida de Kathleen Annie Pannonica Rothschild, más conocida sencillamente como Nica o Pannonica, nombre que comparte con una mariposa descrita por su padre, distinguido entomólogo. Escapó de Francia al comienzo de la contienda junto a su marido, Jules de Koenigswarter, y se enroló en las FFL (Fuerzas Francesas Libres). Desempeñó todo tipo de actividades como agente de la Resistencia en África, Italia y Francia. Su pasión por el jazz, favorecida por la colección de discos de su padre, se afianzaría sin duda a su paso por el continente africano y, sobre todo, gracias a la posición privilegiada de su hermano Victor, gran aficionado, como enlace de Churchill con Roosevelt, lo que les sirvió de puente hacia el país del jazz. Sería él quien le presentara al más distinguido de los pianistas de jazz, Teddy Wilson, quien a su vez le revelaría el universo singular de Thelonious Monk. Si un tópico como éste fuera aplicable a Pannonica, diríamos que aquello determinaría en adelante su vida. Sería más acertado constatar que cuando conoció la música de Monk, Nica decidió formar parte de aquello que nadie lograba definir satisfactoriamente y que algunos llamaban jazz. 

Separada de Jules, se mudó definitivamente a Nueva York, donde muy pronto entablaría amistad con los genios que desfilaban por los clubes míticos: Village Vanguard, Five Spot, Birdland, Minton's Playhouse. Eran los años 50 y era Nueva York, de modo que en una sola noche, e incluso en una misma calle, había que elegir entre ver tocar a Coleman Hawkins, Duke Ellington, Bud Powell, Miles Davis... De todos ellos, amigos y confidentes de Pannonica, y por lo tanto de sí misma nos hablan el disco Nica: The Jazz Baroness, editado por Saga, y el libro Three Wishes: An Intimate Look at Jazz Greats (Abrams).

A Nica le dedicarían en vida más de una decena de composiciones. Nica: The Jazz Baroness es una exquisita muestra de dichos homenajes, entre cuyos autores se cuentan amigos como Sonny Rollins, Horace Silver, Thelonious Monk, Duke Jordan, Barry Harris, Kenny Dorham, Sonny Clark, Kenny Drew y un largo etcétera. Nada más morir Monk, Tommy Flanagan les rendiría a ambos su propio tributo, Thelonica, título en el que se cifra la profunda amistad que mantuvieron el genial pianista y la baronesa. Si Nica: The Jazz Baroness recoge un puñado significativo de aquellas composiciones, en Three Wishes: An Intimate Look at Jazz Greats Nica deja entrever la complicidad que propiciara tanto homenaje: en el libro, realizado en los años 60 e ilustrado con las instantáneas caseras que tomara con su polaroid en garitos o en el ámbito más confortable de su Cathouse (así llamada porque a los jazzmen se los conocía también como cats, y porque Nica alimentaba y daba cobijo entre sus muros a más de un centenar de gatitos callejeros), se recogen los tres deseos de 300 músicos de jazz por ella entrevistados. Ya las primeras páginas del libro nos seducen por su inmediatez y su punto de vista único: una veintena de retratos de Monk, su mejor amigo, muestran al pianista que baila en trance, que toca el piano, que apenas puede contener la risa mientras posa con un abrigo de pieles de Nica, que juega al pin-pong, que medita o duerme la siesta con una gatita siamesa en su regazo... Nadine de Koenigswarter, su nieta, ofrece en pocas pinceladas un retrato de la abuela y su propósito: "Se consagró a recoger los deseos de sus amigos ¿Pretendía acaso hacerlos realidad, servirse de sus respuestas para ayudarlos?". Nos hemos referido a sus proezas e imaginamos a la discreta Nica incómoda, con esa media sonrisa de quien sabe que si se entregó a aquellas causas fue apasionadamente, por el gozo de satisfacer una íntima convicción, por puro placer. Las cenizas de Pannonica, nacida en Londres en 1913, se las llevó el río Hudson en 1988.

lunes, 27 de agosto de 2012

Nica de Koenigswater (3)

Nica había tenido un sueño que alimentó durante muchos años. Con su cámara Polaroid fotografió a todos los músicos que pasaron por su casa. A cada uno de ellos les hizo la misma pregunta: ¿cuáles son tus tres deseos?. Su resultado es Three Wishes: An Intimate Look at Jazz Greats.


The Visitors

Un disco para no perderse, para disfrutarlo: The Visitors, en 1972 con In My Youth.


Nica de Koenigswarter (2)

Diego A. Manrique escribe en El País sobre Nica; y lo hace de la siguiente manera:

Es uno de los mitos más potentes del be-bop: Nica, alias la Baronesa, la Rothschild que dejó atrás marido e hijos no para escuchar jazz, como se decía en los escandalizados círculos de la buena sociedad, sino para VIVIR EL JAZZ. En su apartamento del neoyorquino Stanhope Hotel, murió Charlie Parker una noche de 1955. Para los periódicos y la alta sociedad, se congeló el estereotipo: una millonaria blanca liada con esos parias de Harlem que habían reventado las convenciones del jazz, tan bonito y tan bailable en los tiempos del swing. No había etiqueta para esos comportamientos; en los años sesenta, tal vez habría sido descrita como una groupie. Y no. Su actividad sexual, tampoco tan desaforada, no fue lo importante. 

Puede incluso que sus años de jazz no sean los más interesantes de su aventura. Kathleen Annie Pannonica Rothschild de Koenigswarter (1913-1988) supo encontrar sentido a una vida inicialmente destinada a la holganza, los caprichos y el segundo plano. La familia Rothschild no estaba pensada para la felicidad de sus mujeres. Mayer Anschel, el fundador de la dinastía, limitaba sus posibilidades laborales dentro de la empresa familiar a los archivos y las bibliotecas. La transmisión de la fortuna beneficiaba a los primogénitos; para el resto de los vástagos, quedaban (comparativamente) las migajas. Triunfadores en el mundo financiero, los Rothschild adaptaron los modos de la aristocracia británica: inmensas mansiones en el valle de Ayslebury, donde los niños crecían entre batallones de criados, con mínimo acceso a sus padres.

Nathaniel Charles Rothschild, el padre de Nica, no era apto para el banco: dedicó sus energías a las ciencias naturales, especializándose en el estudio de algo tan poco glamouroso como las pulgas; felizmente, para bautizar a su hija, se acordó de una especie de polillas, la pannonica. Charles tuvo una existencia marcada por lo que entonces se denominaba “melancolía”, una dolencia que le empujó a cortarse el cuello en su cuarto de baño. 

Entre sus cuatro hijos, una –conocida como Liberty- sufrió su misma dolencia, quizás el resultado de la endogamia: demasiadas bodas entre primos. El grueso de la herencia pasó a Victor, un científico que hizo bueno el dicho: “por cada Rothschild que gana dinero, hay una docena que lo derrocha”. Victor participó en el círculo izquierdista de Cambridge que incubó a los traidores Guy Burgess, Kim Philby, Donald McLean y Anthony Blunt; durante décadas, la rumorología le situó como “el quinto hombre”. En 1986, harto de aguantar esas insinuaciones, escribió una carta al Daily Telegraph, proclamando su inocencia y retando al Gobierno para que se manifestara. La respuesta del equipo de Margaret Thatcher fue maravillosamente ambigua: “no tenemos ninguna evidencia de que alguna vez fuera un agente soviético.” Es decir, "no sabemos" pero "no lo descartamos".

La hermana mayor, Miriam, ejerció de excéntrica. Extraordinaria entomóloga, se implicaba ocasionalmente en causas entonces impopulares, como los derechos de los homosexuales. Nica se debió sentir intimidada por dos hermanos tan fascinantes y tan seguros de si mismos. Aunque ella misma se construyó una vida excitante.

En 1935, se casó con el Barón Jules de Koenigswater, judío francés. Amaban los aviones, entonces la tecnología puntera, y formaron una pareja audaz que, en su visita a China, fumó opio; en Japón, compraron juguetes sexuales que enviaron a amigos y familiares en Inglaterra (los destinatarios pasaron grandes apuros ya que el Servicio de Correos los incautó). Pero pronto se revelaron como una pareja incompatible: el Barón tenía una mente cuadriculada y esperaba que Nica se las arreglara por su cuenta.

Nica lo hizo. En 1940, cuando los alemanes invadieron Francia, Jules luchaba en el Ejercito francés y ella se quedó aislada en el Château d’Abondant. Para los nazis, los Rothschild eran la encarnación de la judería internacional y sus planes incluían arrestar a todos los que pillaran y saquear sus mansiones...antes de liquidarlos. Por sus propios medios, Nica consiguió llegar a Gran Bretaña, con sus dos primeros hijos (tendría cinco), un hijastro y dos mujeres del servicio doméstico.

Una Rothschild podía capear la Guerra Mundial en Londres o Nueva York, donde prosperaban dos de las varias ramas de la familia. No era el estilo de Nica. Siguiendo los pasos de su marido, se alistó en las Forces Françaises Libres y se movió con los soldados que comandaba Charles De Gaulle: Brazzaville, El Cairo, Túnez, Italia, París y, finalmente, Berlín. Condecorada, alcanzó el grado de teniente.

La posguerra no fue feliz para Nica. Ingresado en el Servicio Diplomático francés, el barón terminó en Noruega; su residencia fue el castillo de Vidkun Quisling, el líder nazi noruego ejecutado en 1945. Ni el ambiente ni el papel de esposa del embajador complacían a Nica. Algo mejoró cuando les destinaron a México. Entre otras razones, el Distrito Federal tenía vuelos regulares con Nueva York. Sí, la capital del jazz, donde las grandes orquestas disciplinadas habían dejado paso a combos de audaces exploradores.

Durante la guerra, Nica se había topado –y, se supone, intimado- con soldados negros estadounidenses. La pasión por el jazz era compartida por su hermano Víctor, que recibió clases del pianista Teddy Wilson. Entre los Rothschild, son habituales las obsesiones por un área del arte o del conocimiento. Pero lo de Nica fue espectacular. Viajando desde Europa, “en 1948 o 1949”, paró en Nueva York y fue a visitar a Teddy Wilson. Aunque Wilson era un hombre del swing, estaba al tanto de lo que hacían sus alumnos más díscolos. Y asombró a Nica poniéndola un disco Blue Note, donde un tal Thelonius Monk tocaba una evasiva balada, ‘Round midnight. Nica insistió en escucharla diez, quince, veinte veces. Al final, decidió que no seguiría viaje a México. Se quedaría en Nueva York y buscaría la fuente de aquella música audaz.

Puede que no fuera tan radical: Nica y Jules tendrían su última hija en 1950. Pero lo cierto es que, a principios de los cincuenta, los aficionados neoyorquinos al be-bop se hacían cruces: había llegado una baronesa europea -una Rothschild, nada menos- que apreciaba aquellos sonidos vertiginosos. No se trataba de una visitante ocasional, una cazadora de exotismos. Se quedó allí hasta el final de su vida, ayudando a los músicos moral y materialmente. Si la policía pillaba algo de marihuana cerca de Thelonius, ella se hacía responsable y se comía el marrón. Si los medios maltrataban a Monk, ella saltaba en su defensa. Alojó y cuidó al pianista cuando dejó de tocar y, esencialmente, de comunicarse con el mundo.

Nica murió a los 74 años. No tuvo reconocimientos en vida, aparte de que Clint Eastwood consultara con ella, antes de recuperar su personaje en Bird, el biopic sobre Charlie Parker. Personaje, ay, maltratado por Julio Cortázar en El perseguidor. Su nombre no figura en las abundantes historias de los Rothschild. Hasta que Hannah Rothschild, su sobrina nieta, decidió investigar sobre una mujer que se puso el mundo por montera, capaz de romper con su país, su clase social y (buena parte de) su familia. Hannah ha escrito un libro y, sobre todo, dirigido un documental para la BBC. Es lo que se puede ver a continuación: no está doblado pero las imágenes y la música cuentan perfectamente la historia. La prodiosa historia de la Baronesa del Jazz, niña rica que eligió vivir entre los malditos. 

Nica de Koenigswarter


The Jazz Baroness

http://www.thejazzbaroness.co.uk/ 



domingo, 19 de agosto de 2012

Irene Aranda


Un descubrimiento de esta mañana: Irene Aranda, una jienense con unas manos prodigiosas. Elegante y melancólica. ¡Bienvenida a mi universo musical!

Recorriendo Portugal

Sumergido en Portugal. Este podría ser el subtitulo de estas notas de los días vividos, disfrutados intensamente, por tierras portuguesas. 

Que me gusta Portugal no es ningún secreto. Mi peregrinar hacia su territorio es una constante en mi existencia. También ayuda, digámoslo, la proximidad de la frontera. Pero en esta ocasión, la inmersión, me movería (nos moveríamos) por terrenos alejados de mi frontera, la raya como la conocemos por aquí. 

La ruta comenzaría en el norte para acabar junto a la capital, Lisboa. La ruta: Guimaraes, Braga, Oporto, Aveiro, Coimbra, Figuera da Foz y Ericerira. ¡No es un mal recorrido! 

Guimaraes es verde y piedra; piedra medieval. Me decía el camarero de un buen restaurante de la ciudad (es un placer dialogar con los lugareños portugueses) que a los habitantes de la ciudad les llaman “españoles”. Pues eso, que Guimaraes es también España. Una localidad hermosa, limpia y cuidada; para no perdérsela. Un último comentario: el vino verde de la casa de cualquiera de sus restaurantes es magnifico. 

A pocos kilómetros, no más de veinticinco, se encuentra la elegante y señorial Braga. La tercera población de Portugal es también un lugar obligado de visita. No debe perderse bajo ningún concepto la visita del Bom Jesús do Monte, un santuario situado en los alrededores de la ciudad; simplemente espectacular. 

Y llegamos a Oporto (Porto), una colina vertida a un río, el Duero. Fachadas multicolores, miles de azulejos relucientes y cuestas, y más cuestas, que enamoran al paseante. Muchas sorpresas en el caminar, la más grata el Gallery Hostel (visítenlo y se quedarán prendados). Una ciudad para pasear, ver y fotografiar. 

Aveiro, de paso, el canal y poco más. Pero una ciudad siempre acogedora. 

Coimbra, una mujer que fue muy hermosa y el tiempo ha pasado por ella. No obstante, la huella de la belleza nunca desaparece. Sus adornos, la música y el arte, le ayudan en su caminar. El fado, el de Coimbra, y el jazz están presentes en cualquier lugar. 

De paso, Figueira da Foz. Habrá otras oportunidades de ver en profundidad una desconocida, ensalzada por historias juveniles. ¡Ya veremos! 

Terminamos en Ericeira, pocos kilómetros por encima de Lisboa, playas y un pueblo de ensueño para disfrutar y descansar. Por cierto, aquí nos hospedamos en el Vila Galé Ericeira, un establecimiento restaurado situado en la playa de Ericeira, que ofrece vistas panorámicas al océano Atlántico.

miércoles, 15 de agosto de 2012

"No es país para viejos", los Coen y Bardem


Con algo de retraso llego a ella. No importa, es una película excelente, que mantiene tu atención de principio a fin. Bardem, Brolin y Tomy Lee Jones cautivan. Una película imprescindible, genial en sus dos horas y que con un final bastante inesperado te deja un poco descolocado. Bien, muy bien por los Coen. 

Como me decía un amigo al comentarle su visionado: “Es un peliculón, Bardem es un fiera, un maquinón, un fuera de serie”.

sábado, 4 de agosto de 2012

Ballads and More


Llegó a mis manos en un viaje a Praga; entre otros discos: Ballads and More de Emil Viklický (con Frank Uhlíř y Laco Tropp; Arta 2008). ¡Realmente hermoso!


viernes, 3 de agosto de 2012

La Odisea, de Homero, por El Brujo




El Brujo nos embrujó en la madrugada de Mérida. Soberbio, genial, magistral, imaginativo, inabarcable, desmesurado, divertido, edificante, irónico, directo, y cuantos adjetivos pueda uno imaginar. La Odisea, de Homero, contada con el arte y profesionalidad de una leyenda de la escena. Lo qué cuenta y cómo lo cuenta es un espectáculo. ¡Para no perdérselo!